Puede ser que vayan a fiestas, o incluso se tomen algunos breaks en clase en el colegio; y en esos momentos, ellos y/o sus amigos fumen, tomen o se droguen. Tener en claro que esto pasa es un primer paso para saber cómo manejarlo. Nunca, nunca hay que negar la realidad.
¿Qué puedo hacer para prevenir a mi hijo adolescente del uso del cigarrillo, el alcohol o las drogas?
En líneas generales, se comienza con un uso más bien experimental del cigarrillo o del alcohol, por ejemplo si está disponible en alguna fiesta. Luego se puede pasar al uso regular de los mismos y de la marihuana; para finalmente pasar a drogas fuertes. Muchos padres suelen pensar que la fase experimental no conlleva ningún tipo de riesgo. Algunos estudios en EEUU muestran que alrededor del 50% de los adolescentes terminan o controlan la fase experimental. Lo que significa que el otro 50% avanza hasta el uso de drogas más fuertes, habiendo pasado la fase experimental. Por ende, no hay que subestimar este momento.
Como siempre, lo mejor es mantener abierta la comunicación con nuestros hijos. Hablar del tema y cuanto antes mejor. Hablar abiertamente, sin tapujos, de los riesgos que conllevan tanto el cigarrillo y el alcohol, como otras drogas. Y los americanos también hablan de “monitoring” o sea, supervisar la vida de nuestros hijos. ¿Por qué? No sólo porque es nuestra obligación (y ojo que no hablamos de entrometernos, que es diferente), si no también porque está demostrado que el uso de drogas en la vida de los adolescentes, comúnmente sucede en la casa de alguno de ellos, cuando los padres no están.
Supervisar este tema puede ser muy similar a supervisar otros temas en la vida de nuestros hijos, o sea:
- Conozcamos a los amigos de nuestros hijos y si es factible, a sus familias también.
- Siempre siempre, estemos disponibles para nuestros hijos. Hablar, escuchar, conversar, estar atento; son la base de toda la comunicación.
- Sepamos siempre dónde están y con quién. Es la buena noticia del celular, en esta era, el teléfono celular nos permite llamar periódicamente para chequear que nuestro hijo está bien.
- Tengamos en claro, de entrada mejor, que hablar de este tema requiere tiempo y hacerlo varias veces, a lo largo de varios años. No es suficiente una sola vez.
- Seamos sinceros, ser respetuoso significa ser sincero también. Recordemos que nosotros también fuimos adolescentes y muchos de nosotros, probamos como mínimo, el cigarrillo y el alcohol. Una cosa es hacerlo esporádicamente y otra muy distinta, es que se vuelva una adicción. Compartir nuestra propia experiencia también va a transmitir que hay comunicación con nuestro hijo y que estamos abiertos a él. Estudios también demuestran que hay una relación inversamente proporcional entre cuán cómodos estén nuestros hijos con nosotros como padres, cuánto crean que los apoyamos y los queremos; con el uso abusivo del cigarrillo, el alcohol y las drogas.
Qué puedo hacer si mi hijo ya tiene una relación abusiva con las drogas, el alcohol y el cigarrillo?
Este tipo de problemas no se resuelve por sí solo. Así que tengamos en claro, que será necesaria nuestra intervención y que cuanto antes ocurra, mejor para todos. Encaremos el tema, preguntemos a nuestro hijo, de forma respetuosa y sin juzgarlo, si efectivamente consume algo de todo esto, cuánto y cómo. Tratemos de enteder la gravedad del tema. Si es necesario, sepamos pedir ayuda. Puede ser que nuestro hijo tenga más inclinación a hablar con un padre o el otro, de este tema. Aprovechemos esa ventaja. O quizás algún familiar, con el que tenga muy buena conexión y que no sea visto por él con tanta autoridad como un padre. Abuelos, tíos, padrinos, alguno puede estar disponible para hablar también el tema con nuestro hijo.
Entendida la situación, remarquemos las consecuencias. Enfermedades varias, problemas de relación, incluso puede afectar conseguir un determinado trabajo; muchas son las consecuencias del uso abusivo de las drogas.
Busquemos un profesional que nos aconseje sobre la mejor manera para llevar adelante esta situación. Puede ser un doctor, un psicólogo, un psiquiatra. Si es amigo, mejor. Si no, busquemos referencias entre nuestro círculo de amistades.
Hoy en día, hay tratamientos intensivos, algunos de día, otros con residencia. Entendamos también cuál sería el que mejor se adapte a nuestro hijo.
También hay que aclarar que no es el fin del mundo. Se trata de una situación que bien manejada, puede ser revertida o al menos, controlada.
Y para eso, estamos nosotros. Y toda la familia.
Fuentes:
- The parent´s guide to psychological first aid, de Koocher y La Greca.
- Lic.Silvia Naya, Psicóloga especialista en Psicoterapia familiar. Especialización en terapia familiar, realizada en el Ackerman Institute (Nueva York, EEUU)
- Foto: Dundee Photographics, www.freedigitalphotos.net