Son chicos inteligentes, son chicos curiosos, no presentan ningún trastorno en el desarrollo o aprendizaje. Entonces, ¿por qué?
Muchas veces, se bloquean ellos mismos, por miedo a fracasar. Parece demasiado para chicos tan chiquitos, pero la presión de la sociedad es muy grande y hasta puede ser que, sin querer, nosotros mismos como padres, abuelos o amigos familiares, demostremos demasiada importancia a su desempeño escolar. "¿Y cuánto te sacaste en?" "¿Por qué no te puso 10 en?" "Yo en mi época tenia 9.99 de promedio", "Tu papá y yo fuimos a tal Colegio", etc. Esos comentarios pueden transformarse en demasiada presión para un chico, que finalmente termina bloqueándose, a sabiendas que todos lo están mirando en ese aspecto de su vida y justamente por eso.
Y a veces, tengamos también en cuenta que aunque no digamos o verbalicemos algo, lo podemos transmitir con gestos en nuestra cara, con miradas especiales, con movimientos de cabeza. Nuestros Hijos son verdaderos expertos en “leernos”, aún cuando no hablemos, reciben nuestros mensajes (incluso, de total desinterés, según nuestras muecas o falta de ellas).
Con lo cual, se termina creando un círculo vicioso: no quiere aprender y no quiere ir a la escuela porque siente que si no le va excelente no lo vamos a querer. Y como le va más mal que bien, nos terminamos enojando o frustrando y seguimos transmitiendo esa presión para mejorar….
¿Qué hacemos en esos casos?
Primero, no enojarse. Cuando nuestro Hijo sienta que este plano de su vida, su desempeño en la escuela, no es el más importante para nosotros, seguramente la exigencia será menor.
Segundo, no forzar la situación. Si no puede estudiar por ahora y de esta manera, según lo que indican las maestras o la bibliografía de soporte o los ejercicios adjuntos, paremos el tema por un rato y tratemos de descomprimir el momento. Hoy nuestros Hijos van a la guardería o al jardín desde muy pequeños y hacen jornadas “laborales” desde chicos, con lo cual para cuando llegan a primaria son expertos en estresarse en estas situaciones y no tienen por qué saber cómo manejarlas (muchas veces, ni nosotros mismos sabemos cómo!)
Tercero, entender si la escuela elegida es la mejor para nuestro Hijo. Hoy hay escuelas de doble turno, con más de un idioma, lejos y cerca de casa, con jornadas deportivas intensas, con disciplinas diversas,…,un mundo para elegir. Con lo cual, tratemos según la personalidad de nuestro Hijo y también la disponibilidad que tengamos para acompañarlo en función de lo que la escuela exija, cuál es la mejor opción según el presupuesto que manejemos.
Cuarto, confirmada la escuela, resulta muy importante también analizar algunos detalles en casa. Le pedimos que sea Sarmiento en la escuela, pero lo incentivamos a que sea un bebote en casa (por ej., durmiendo en cama de los padres en lugar de en su propia cama).
Quinto, relacionar los temas a estudiar con temas de su interés. O sea, si está aprendiendo matemáticas, a sumar, restar, multiplicar o dividir y no funciona con cuentas escritas en un cuaderno, tratemos de usar muñequitos, autitos, animalitos, hebillitas para el pelo, lo que sea de su interés, y ejemplificar con ello lo que se está aprendiendo. O si por ahí estamos estudiando el cuerpo humano, de una foto que no tiene mayores significados, podemos relacionarla con una muñeca, o una foto de un amigo, o buscar en Internet algún site con más dinamismo que una foto.
Sexto, si así y todo, seguimos con algunos problemas, lo mejor será hacer una consulta con un especialista en psicoterapia infantil para entender otras alternativas que quizás, no hayamos visto.
Fuentes:
- The parent´s guide to psychological first aid, de Koocher y La Greca.
- Lic.Silvia Naya, Psicóloga especialista en Psicoterapia familiar. Especialización en terapia familiar, realizada en el Ackerman Institute (Nueva York, EEUU)
- Foto: Dreamstime.