Desde que somos padres nos dicen que es fundamental poner los límites a los hijos a partir de una edad muy temprana.
Nos dicen también que de ese modo los chicos se sienten más seguros, sin embargo, ¿por qué nos cuesta tanto ponerlos? ¿por qué nos sentimos tan culpables?
¿Por qué nos cuesta tanto poner límites?
- Temor a ser autoritarios o a ser juzgados como autoritarios por nuestros hijos o nuestros pares.
- Caer antipático, fuera de moda, no es fashion poner límites. Imaginate en pleno Palermo SOHO diciéndole que no le vas a comprar el Cupcake de $10 y que tu niña, por ejemplo empiece a gritar a viva voz que sos una tacaña.
- En una reunión es más fácil “darle el gusto” al niño que ejercer la autoridad y decir “no”, ya que el niño puede llorar, enojarse e interrumpir nuestra grata conversación y por ende, la reunión de la cual estás participando.
- Es cansador, a veces nos justificamos porque trabajamos mucho, o ya “luchamos” con uno de nuestros hijos, por lo tanto no tenemos más ganas de seguir discutiendo con el otro.
- Nos da una terrible culpa. ¿Y si le compramos lo que nos pide? ¿Y si nos corremos a la mesa que él quiere en el restaurante? ¿Y si...? Total, ¿qué mal le podemos hacer?
- Tememos que los niños no nos obedezcan y por lo tanto, nos desorientan. No sabemos qué hacer y nos sentimos desubicados.
- Tenemos miedo de equivocarnos, de que no sea justa la norma que proponemos que sigan. O no sea adecuada para la edad.
Antes la Autoridad era sinónimo de obediencia sin explicaciones, pero ahora parece ser que no sólo tenemos que dar explicaciones, sino que nos debemos sentar en la mesa de negociaciones como dos potencias enemistadas para llegar a firmar un acuerdo.Y todos sabemos que esos acuerdos, los más beneficiados son los más fuertes, en este caso, claramente los chicos que nos han llevado a esa instancia.
Nuestra experiencia es que ni tanto, ni tan poco.Lo importante es ejercer la autoridad brindando las explicaciones básicas.

Te proponemos por el bien de la familia, que ejerzas la autoridad, explicándole que le decís que no se suba al banquito que ha puesto arriba del sillón porque lo más probable es que se caiga.
O que no le vas a comprar todas las figuritas y golosinas que quiere, porque no hay Banco Central que pueda sostener esta situación.
Acá es importante aplicar las sanciones, no como forma de castigo sino para que pueda reflexionar sobre la falta, las causas que originaron que, por ejemplo se cayera o que luego de comerse 20 caramelos, le duela la panza. Las consecuencias no son fatalidades, sino que son el resultado de nuestras acciones.
En la actualidad se rompió la hegemonía del bloque madre/padre y los chicos buscan ese quiebre. En realidad, siempre lo buscábamos, pero ahora los chicos tienen más oportunidades para “¿ganar?” en esa resquebradura.
Los chicos tienen que sentir el límite, sino cuando sean más grandes van a buscar límites más importantes, más significativos, más dolorosos.
Fijar normas y límites a nuestros chicos nos da miedo porque:
- Genera desgaste con nuestros hijos (es más fácil decir que sí que decir no)
- Temor a que nuestros hijos sean muy distintos al resto de los chicos y por ende, que los aislen.
- Que nos etiqueten como autoritarios o que estamos fuera de onda.
Si querés recibir más información sobre este tema y novedades de Defamilyas, por favor registrate acá.
Fuentes consultadas:
- ¿Cómo te explico tus responsabilidades? ¿Cómo te explico lo que está bien y lo que está mal? / Lic. Gustavo Schujman; coordinado por Mariana Medina. – 1ed. Buenos Aires: Ediba Libros, 2009. v.1, 36p.:il.;23x23cm.-(¿Cómo te explico?/Mariana Medina)
- Lic. Silvia Naya. Psicóloga Especialista en Psicoterapias familiar Especialización en terapia familiar realizada en el Ackerman Institute for the Family (Nueva York, EEUU).-
Foto: http://www.dreamstime.com/young-boy-rimagefree3415268-resi2842405 http://www.dreamstime.com/shouting-rimagefree4536561-resi2842405